domingo, 8 de noviembre de 2009

Costalero de la Amargura

Un domingo de Ramos en Sevilla, tras el palio de la Amargura,una mujer de alta edad hacía penitencia sin ser hermana, ni de Sevilla siquiera,y cumpliendo una promesa de Fe. Al finalizar esta estación de penitencia, la anciana llamó a un costalero, y le contó que un mes antes había ido con una expedición española al Vaticano, a una audiencia con el Papa Juan Pablo II y éste por motivos personales no pudo recibirles.


Ella apenada contaba la historia y de repente le dijo al costalero: "Te explico esto, hijo, porque ya que él no pudo bendecirme mi Rosario, me gustaría rozarla por el sudor de tu cuello y espalda. Seguro que estará igual de bendecida o más, puesto que TÚ, has llevado con el costal de tu corazón el peso del amor de María Santísima, Vírgen entre todas las mujeres".


El costalero de la Amargura aceptó con mucho agrado, muy sorprendido y como él bien dice: "Cada vez que lo recuerdo, los bellos se me ponen de punta".


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