Nono, ser cofrade ¿se nace o se hace?
Un poco se nace, porque hay que nacer con esa tendencia. Pero en una proporción de cien, yo creo que se hace a un setenta, porque las inyecciones del entorno son fundamentales para que te llegue de verdad a picar el gusanillo. La fe es algo que se vive muy íntimamente, y más hoy día. Ser cofrade es una manera de vivirla de manera colectiva, y para que eso te llame la atención hay que haberlo visto de cerca. Hay mucha gente que llega a la Semana Santa por el efecto llamada del “regenteo”, el salir en las procesiones. No todos esos llegan a ser cofrades verdaderos, porque ni nacieron para ello ni luego han sabido entender o no les ha sido explicado el verdadero sentido de todo esto: trabajo en equipo, metas comunes, proyectos colectivos, caridad, actividades en la parroquia... Se que son tópicos, y que algunos pensarán que esto no tiene que ver con el hecho de ser cofrade, pero te aseguro que con el tiempo uno ve que al final esa palabra tan nuestra, lo de “regentear,” es algo muy efímero, y que es el crecimiento de años y años como cofrade lo que te convierte en ello, y no la cuna.
¿Cuál es tu momento preferido de la Semana Santa, a nivel personal e íntimo?
Tengo muchos. Por supuesto, la llegada de mi cofradía cada Martes Santo a la Tejuela es algo que literalmente me enciende todos los sentidos. También el momento de recogimiento en Consolación, antes de echarnos a la calle, durante la celebración de la palabra, la salida y entrada de “El Huerto” y “La Esperanza”. Y fuera de mi cofradía, no me quiero ir a casa desde hace algún tiempo ningún Domingo de Ramos sin ver asomar La Borriquilla desde el Pradillo y doblar por Veracruz, me encanta el paso del Cristo de la Salud por el Arrabal de Santo Domingo en el Via Crucis, el Lavatorio del Jueves Santo en las Angustias, el Señor de la Humildad por la calle de los Caños, Jesús y su infinito séquito doblar en Rosario con Veracruz, la unión de Las Angustias y el Cristo, sobre todo cuando se produce arriba, en San Juan, el Santo Entierro por todas partes, el Resucitado exultantemente glorioso por la anchura de la Avenida de Andalucía, los pregones del Ecce Homo, los pasos con los Apóstoles... No podría parar; soy alcalaíno y esto yo lo he mamado desde chico, y han sido muchas Semanas Santas corriendo de aquí para allá seleccionando momentos, como para quedarse ahora con uno en concreto.
¿Cómo ves actualmente la Semana Santa alcalaína? ¿Goza de buena salud?
Como la pregunta es para mi, te responderé evidentemente desde un punto de vista cofrade. La Semana Santa de Alcalá hoy es algo respetado y entendido como una expresión cultural de altísimo nivel. Es de interés turístico, y aunque pueda parecer secundario, es algo importante, porque a la vez que un movimiento cultural y religioso es una actividad que genera dinero para nuestro pueblo, y en ese sentido está en un buen momento de salud, mezclando además modos y maneras muy tradicionales y antiquísimos, y hablo por ejemplo de la Hermandad del Ecce Homo, con las nuevas tendencias que imponen cofradías como El Huerto o La Borriquilla. En agrupaciones musicales los datos están ahí y hoy somos exportadores de música cofrade para toda Andalucía, trayendo además beneficio económico a nuestras hermandades. Muy buena salud, diría yo. Falta que los cofrades también nos lo creamos y nos tomemos un poco en serio todo esto, y caigamos en la cuenta de nuestra importancia para mantener el tinglado en marcha. También tendremos que caer en la cuenta del significado puramente religioso de todo esto, y completemos nuestro comportamiento en la calle con una implicación también en nuestras parroquias y una vida también volcada en la fe. A lo mejor es pedir demasiado para muchos, pero creo que el esfuerzo es mínimo y el beneficio sería proporcionalmente mucho mayor.
¿Estás a favor de una renovación en el mundo cofrade o por el contrario ha de ser algo conservador?
Vaya, una pregunta comprometida. Yo creo que el verdadero equilibrio está en el centro. El pasado año tuve la suerte de poder explicarlo en la charla de la Semana Cofrade a la que fui invitado por la Cofradía Nuestra Señora de las Angustias. No creo que se trate de forzar nada en este aspecto. Las cofradías suelen ser agrupaciones muy antiguas, y sus tradiciones son verdaderos tesoros. Hay que ser conservador en el mantenimiento de lo esencial de esas tradiciones, pero a la vez tenemos que ser hábiles para revestirlos de la renovación necesaria que les permita sobrevivir y perdurar. Dicho así parece fácil, pero no siempre es posible unir ambos conceptos sin que se produzcan choques; para ello, los jóvenes que llegan a las cofradías deben ser respetuosos con lo que se encuentran al llegar, y los mayores deben ser receptivos al aire fresco que aquellos traen. Es natural, la ley de la vida y la supervivencia, y muy complicado a la vez. Renovación y conservadurismo, bien entendidos, no tienen que ser incompatibles, sólo hay que buscar el momento de aplicar cada uno de ellos, y te pongo un ejemplo: una restauración se puede ver como una agresión a un bien histórico, pero si está bien hecha va a provocar que ese bien perdure en el tiempo otro tanto, porque de lo contrario el paso de los años va a acabar irremisiblemente con él. Tradición y renovación pueden ir juntas.
En las cofradías de nuestra localidad, ¿la gente joven pueden andar a sus anchas o están muy “restringidos” por así decirlo?
Ya lo dije. Los jóvenes tienen sangre caliente, la frescura que antes te decía. La gente joven es una bendición para el mundo cofrade, y su llegada debe verse como una buena noticia siempre. Desgraciadamente no pueden andar a sus anchas, porque traen una energía casi infinita, quieren comerse el mundo. A veces parece que los jóvenes son frenados por los veteranos y no es así. Simplemente es que ese “exceso de energía” debe ser contrarrestado a veces por una “dosis de cautela”, que normalmente la aporta la gente con mayor experiencia. Insisto en que es algo parecido a la pregunta anterior; lo ideal sería conseguir un término medio, muy complicado. Pero yo siempre pido un poco de paciencia a los jóvenes y algo de permeabilidad a los que no lo somos ya tanto. Y sobre todo que haya comunicación; si en algo contamos con ventaja los seres humanos es en poder hablar, compartir, escucharnos... porque al final lo cierto es que todos buscamos lo mejor, y lo mejor debe contar con un poco de alegría juvenil y otro poco de madurez cauta.
En pocas palabras…
- Un recuerdo: Mis primeras procesiones con la Virgen de las Mercedes, allá por los años 70
- Una advocación: sin que nadie se moleste, Dolores de María Santísima
- Una marcha: Pasan los Campanilleros
- Un color: Verde Esperanza y Verde Olivo
- Un olor: Cera quemada en la Calle Gala
Nono antes de terminar, ¿algo más que añadir?
Ser pregonero es para un alcalaíno un honor y no un trabajo. Quiero hacer el Viernes de Dolores un pregón alcalaíno y para alcalaínos; espero estar a la altura de los grandes y a la vez sencillos pregoneros que ha dado esta tierra nuestra, y espero que muchos de esos destinatarios alcalaínos puedan ser testigo de ello.
Concluye aquí la opinión del pregonero de nuestra Semana Santa, y visto lo leído sin duda alguna será un pregón que dejará a los alcalainos un buen sabor de boca. Aunque para ello no podemos faltar el próximo Viernes de Dolores al Teatro Martínez Montañés donde conoceremos un poquito más al pregonero, sus vivencias, ilusiones y forma de ver nuestra Semana Santa
Un poco se nace, porque hay que nacer con esa tendencia. Pero en una proporción de cien, yo creo que se hace a un setenta, porque las inyecciones del entorno son fundamentales para que te llegue de verdad a picar el gusanillo. La fe es algo que se vive muy íntimamente, y más hoy día. Ser cofrade es una manera de vivirla de manera colectiva, y para que eso te llame la atención hay que haberlo visto de cerca. Hay mucha gente que llega a la Semana Santa por el efecto llamada del “regenteo”, el salir en las procesiones. No todos esos llegan a ser cofrades verdaderos, porque ni nacieron para ello ni luego han sabido entender o no les ha sido explicado el verdadero sentido de todo esto: trabajo en equipo, metas comunes, proyectos colectivos, caridad, actividades en la parroquia... Se que son tópicos, y que algunos pensarán que esto no tiene que ver con el hecho de ser cofrade, pero te aseguro que con el tiempo uno ve que al final esa palabra tan nuestra, lo de “regentear,” es algo muy efímero, y que es el crecimiento de años y años como cofrade lo que te convierte en ello, y no la cuna.
¿Cuál es tu momento preferido de la Semana Santa, a nivel personal e íntimo?
Tengo muchos. Por supuesto, la llegada de mi cofradía cada Martes Santo a la Tejuela es algo que literalmente me enciende todos los sentidos. También el momento de recogimiento en Consolación, antes de echarnos a la calle, durante la celebración de la palabra, la salida y entrada de “El Huerto” y “La Esperanza”. Y fuera de mi cofradía, no me quiero ir a casa desde hace algún tiempo ningún Domingo de Ramos sin ver asomar La Borriquilla desde el Pradillo y doblar por Veracruz, me encanta el paso del Cristo de la Salud por el Arrabal de Santo Domingo en el Via Crucis, el Lavatorio del Jueves Santo en las Angustias, el Señor de la Humildad por la calle de los Caños, Jesús y su infinito séquito doblar en Rosario con Veracruz, la unión de Las Angustias y el Cristo, sobre todo cuando se produce arriba, en San Juan, el Santo Entierro por todas partes, el Resucitado exultantemente glorioso por la anchura de la Avenida de Andalucía, los pregones del Ecce Homo, los pasos con los Apóstoles... No podría parar; soy alcalaíno y esto yo lo he mamado desde chico, y han sido muchas Semanas Santas corriendo de aquí para allá seleccionando momentos, como para quedarse ahora con uno en concreto.
¿Cómo ves actualmente la Semana Santa alcalaína? ¿Goza de buena salud?
Como la pregunta es para mi, te responderé evidentemente desde un punto de vista cofrade. La Semana Santa de Alcalá hoy es algo respetado y entendido como una expresión cultural de altísimo nivel. Es de interés turístico, y aunque pueda parecer secundario, es algo importante, porque a la vez que un movimiento cultural y religioso es una actividad que genera dinero para nuestro pueblo, y en ese sentido está en un buen momento de salud, mezclando además modos y maneras muy tradicionales y antiquísimos, y hablo por ejemplo de la Hermandad del Ecce Homo, con las nuevas tendencias que imponen cofradías como El Huerto o La Borriquilla. En agrupaciones musicales los datos están ahí y hoy somos exportadores de música cofrade para toda Andalucía, trayendo además beneficio económico a nuestras hermandades. Muy buena salud, diría yo. Falta que los cofrades también nos lo creamos y nos tomemos un poco en serio todo esto, y caigamos en la cuenta de nuestra importancia para mantener el tinglado en marcha. También tendremos que caer en la cuenta del significado puramente religioso de todo esto, y completemos nuestro comportamiento en la calle con una implicación también en nuestras parroquias y una vida también volcada en la fe. A lo mejor es pedir demasiado para muchos, pero creo que el esfuerzo es mínimo y el beneficio sería proporcionalmente mucho mayor.
¿Estás a favor de una renovación en el mundo cofrade o por el contrario ha de ser algo conservador?
Vaya, una pregunta comprometida. Yo creo que el verdadero equilibrio está en el centro. El pasado año tuve la suerte de poder explicarlo en la charla de la Semana Cofrade a la que fui invitado por la Cofradía Nuestra Señora de las Angustias. No creo que se trate de forzar nada en este aspecto. Las cofradías suelen ser agrupaciones muy antiguas, y sus tradiciones son verdaderos tesoros. Hay que ser conservador en el mantenimiento de lo esencial de esas tradiciones, pero a la vez tenemos que ser hábiles para revestirlos de la renovación necesaria que les permita sobrevivir y perdurar. Dicho así parece fácil, pero no siempre es posible unir ambos conceptos sin que se produzcan choques; para ello, los jóvenes que llegan a las cofradías deben ser respetuosos con lo que se encuentran al llegar, y los mayores deben ser receptivos al aire fresco que aquellos traen. Es natural, la ley de la vida y la supervivencia, y muy complicado a la vez. Renovación y conservadurismo, bien entendidos, no tienen que ser incompatibles, sólo hay que buscar el momento de aplicar cada uno de ellos, y te pongo un ejemplo: una restauración se puede ver como una agresión a un bien histórico, pero si está bien hecha va a provocar que ese bien perdure en el tiempo otro tanto, porque de lo contrario el paso de los años va a acabar irremisiblemente con él. Tradición y renovación pueden ir juntas.
En las cofradías de nuestra localidad, ¿la gente joven pueden andar a sus anchas o están muy “restringidos” por así decirlo?
Ya lo dije. Los jóvenes tienen sangre caliente, la frescura que antes te decía. La gente joven es una bendición para el mundo cofrade, y su llegada debe verse como una buena noticia siempre. Desgraciadamente no pueden andar a sus anchas, porque traen una energía casi infinita, quieren comerse el mundo. A veces parece que los jóvenes son frenados por los veteranos y no es así. Simplemente es que ese “exceso de energía” debe ser contrarrestado a veces por una “dosis de cautela”, que normalmente la aporta la gente con mayor experiencia. Insisto en que es algo parecido a la pregunta anterior; lo ideal sería conseguir un término medio, muy complicado. Pero yo siempre pido un poco de paciencia a los jóvenes y algo de permeabilidad a los que no lo somos ya tanto. Y sobre todo que haya comunicación; si en algo contamos con ventaja los seres humanos es en poder hablar, compartir, escucharnos... porque al final lo cierto es que todos buscamos lo mejor, y lo mejor debe contar con un poco de alegría juvenil y otro poco de madurez cauta.
En pocas palabras…
- Un recuerdo: Mis primeras procesiones con la Virgen de las Mercedes, allá por los años 70
- Una advocación: sin que nadie se moleste, Dolores de María Santísima
- Una marcha: Pasan los Campanilleros
- Un color: Verde Esperanza y Verde Olivo
- Un olor: Cera quemada en la Calle Gala
Nono antes de terminar, ¿algo más que añadir?
Ser pregonero es para un alcalaíno un honor y no un trabajo. Quiero hacer el Viernes de Dolores un pregón alcalaíno y para alcalaínos; espero estar a la altura de los grandes y a la vez sencillos pregoneros que ha dado esta tierra nuestra, y espero que muchos de esos destinatarios alcalaínos puedan ser testigo de ello.
Concluye aquí la opinión del pregonero de nuestra Semana Santa, y visto lo leído sin duda alguna será un pregón que dejará a los alcalainos un buen sabor de boca. Aunque para ello no podemos faltar el próximo Viernes de Dolores al Teatro Martínez Montañés donde conoceremos un poquito más al pregonero, sus vivencias, ilusiones y forma de ver nuestra Semana Santa
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