miércoles, 14 de abril de 2010

Recuerdos de un Miércoles Santo

La sangre de su divino costado era recogida por un angelito en un cáliz.



Una cruz y la viva luz de las antorchas abrían el camino del Vía-Crucis.



Llevado en todo momento por sus devotos ya fuesen hermanos o no.



La Iglesia Mayor Abacial volvería a sentir esa religiosidad de antaño y no estaría tan vacía como siempre.



Por los aledaños de la mota lo descendieron hasta su casa.

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